Aparato que se utiliza para alisar la ropa. En esencia, la habitual plancha ‘en seco’ está formada por una base metálica calentada por una resistencia eléctrica, debidamente aislada, cuya potencia es regulada mediante un reóstato situado bajo el asa.
En el siglo IV a.C., los griegos usaban una barra de hierro cilíndrica calentada, similar a un rodillo de amasar, que se pasaba sobre las ropas de lino para marcar los pliegues. Dos siglos más tarde, los romanos ya planchaban y plisaban con un mazo plano, metálico, que literalmente martilleaba las arrugas. Con estos dispositivos, el planchado era algo más que una tarea prolongada y tediosa. Era un trabajo de esclavos que hacían los esclavos
Hacia el siglo XV, las familias utilizaban la plancha llamada “caja caliente” provista de un compartimiento para carbón o un ladrillo previamente calentado. Las familias más pobres todavía utilizaban la plancha sencilla de hierro, con mango, que se calentaba periódicamente sobre el fuego. La gran desventaja de esta plancha era que el hollín se adhería a ella y pasaba a las ropas.
El 6 de junio de 1882, el inventor neoyorquino Henry W. Weely obtuvo la primera patente de su país para una plancha eléctrica.
En tanto las primeras planchas de vapor sólo tenían un orifico de salida, las que aparecieron en los cuarenta tenían dos. Después llegaron a tener cuatro y hasta ocho.
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